Beneficios del té verde: qué dice la ciencia y qué es puro mito

El té verde ha conquistado al mundo no solo por su sabor delicado, sino por su reputación como superalimento.

Se le atribuyen propiedades casi milagrosas: que quema grasa, rejuvenece la piel, mejora la memoria, combate el cáncer y hasta alarga la vida. Pero ¿cuánto de eso está realmente respaldado por evidencia científica? ¿Y cuánto forma parte del marketing o de malentendidos comunes?

Este artículo pone orden al ruido. Basado en estudios revisados y comprensión del producto, separa los verdaderos beneficios del té verde de los mitos más repetidos.

El té verde es una infusión de hojas de Camellia Sinensis que, a diferencia del té negro o el Pu Erh, no se oxida: sus enzimas se desactivan rápidamente tras la cosecha mediante calor. Esto conserva su composición química, rica en:

• Catequinas (principalmente EGCG): antioxidantes potentes.

• L-teanina: aminoácido que induce relajación sin somnolencia.

• Cafeína (teína): estimulante leve.

• Vitaminas (B2, C, E) y minerales en baja concentración.

• Flavonoides y polifenoles: compuestos bioactivos beneficiosos.

Estos elementos forman la base de sus efectos potenciales. Pero el té verde no es una medicina milagrosa, sino una bebida que, bien integrada en una dieta equilibrada, puede aportar valor.

Los polifenoles del té verde, especialmente la EGCG (galato de epigalocatequina), neutralizan radicales libres y reducen el estrés oxidativo. Esto contribuye a una mejor salud celular y puede ayudar a retrasar ciertos procesos de envejecimiento.

Consumido con regularidad, el té verde puede:

• Disminuir ligeramente el colesterol LDL.

• Mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos.

• Reducir la presión arterial en casos leves.

La cafeína del té verde es más suave que la del café, pero va acompañada de L-teanina, que modula su efecto. Esto genera un estado de alerta relajada, ideal para estudiar o concentrarse sin ansiedad.

El té verde caliente estimula la digestión y puede aliviar la pesadez estomacal si se toma tras las comidas. Sus compuestos también poseen cierta acción antiinflamatoria.

La EGCG en combinación con cafeína puede aumentar ligeramente la oxidación de grasas y el gasto energético basal. Pero el efecto es modesto y no sustituye alimentación ni ejercicio.

Ahora vas a conocer algunos de los mitos más frecuentes que alguna vez habrás oído sobre el té verde. ¿Qué hay de verdad o de mentira?

Falso. Por sí mismo, no quema grasa mágicamente ni elimina kilos. Puede ayudar a modular el apetito o la grasa hepática, pero dentro de un marco integral.

Ambiguo. El hígado y los riñones ya desintoxican el cuerpo naturalmente. No hay pruebas de que el té ‘limpie’ toxinas acumuladas como lo hacen algunos fármacos específicos.

Error. Un té verde amargo suele deberse a mala preparación (temperatura alta o exceso de tiempo). La calidad no depende del amargor, sino del equilibrio y frescura.

Depende. En personas sensibles puede causar molestias gástricas si se toma sin alimento. Mejor después de comer o entre comidas.

Falso y peligroso. Hay estudios que investigan el rol de la EGCG en la prevención celular, pero en ningún caso es una terapia. Puede formar parte de una dieta saludable, no reemplazar tratamiento médico.

Sí, aunque leves. El consumo excesivo de té verde (más de 5 tazas al día) puede:

• Interferir en la absorción de hierro no hemo (de origen vegetal).

• Afectar el sueño si se toma por la noche (por la cafeína).

• Irritar el estómago en personas sensibles.

Para la mayoría de adultos sanos, 2 a 4 tazas al día son seguras y beneficiosas.